Nota: Calcio » La esencialidad del calcio (Ca) queda patente por su intervención en la síntesis de la pectina, principal constituyente de la lámina media, y del ácido ß-indolacético (IAA) así como en la formación y metabolismo del núcleo y mitocondrias, por lo que resulta imprescindible para el normal desarrollo de las raíces, ramas y brotes y, en general, de cualquier órgano en crecimiento.
El calcio no es móvil en la planta por lo que su deficiencia se pone de manifiesto en las zona de crecimiento: meristemos terminales. El acorchado (bitter pit) de las manzanas, la bifurcación de la raíz de remolacha, la caída prematura de las cápsulas del algodón, las clorosis de los bordes de las hojas jóvenes, el corazón negro del apio, el encorvamiento del ápice, la mancha púrpura del níspero, la necrosis foliar de la lechuga y col, las pudriciones apicales asépticas en aceituna, pepino (blossom end rot), pimiento y tomate ("peseta"), corazón hueco de la fresa, el tip burn del fresón, etc., son síntomas típicos de carencia de calcio.
En muchas ocasiones, las carencias cálcicas definidas por las expresiones anteriores son realmente los síntomas de carencias más complejas y mal definidas; por lo que, la aplicación de calcio no es suficiente y la presencia de boro en unos casos, de magnesio en otros, etc. lleva al cultivo a la normalidad deseada.
Unos 2/3 del calcio que las plantas toman del suelo es absorbido pasivamente junto con el agua que demanda la transpiración; cuando la transpiración es muy baja durante un período largo de tiempo (invernaderos con mala aireación y muy elevada humedad relativa) o por el contrario, cuando se produce una sequía prolongada, pueden inducirse deficiencias cálcicas.
La carencia de oxígeno (suelos encharcados) dificulta la asimilación del calcio a través de las raíces; la carencia de boro reduce el transporte del calcio desde las raíces a los meristemos apicales.
En suelos ricos en calcio pero carentes de hierro (Fe) en forma asimilable, pueden presentarse carencias de calcio debido a que la deficiencia de hierro induce una drástica reducción en la absorción de calcio. Los excesos de sales sódicas -carbonato, cloruro o sulfato sódico-reemplazan al calcio y magnesio (Mg) produciendo un desequilibrio en la asimilación de estos elementos. El calcio desplaza a otros metales -Mn, Zn, Cu-de los quelatos por lo que influye negativamente en los fenómenos de quelación y transporte de estos elementos. Cuando se aplica en aguas salinas, el Ca desplaza al Na. Un exceso de calcio puede interferir en la asimilación de Mn; la disponibilidad de magnesio y boro favorece la asimilación del calcio.
En el riego por goteo, sobre todo a partir del 3º/4º año, el empleo de productos ácidos y el continuo lavado del "bulbo", sobre todo en suelos arenosos, hace que este disminuya su contenido de Ca, provocando un fuerte deterioro de su estructura (el suelo filtra mal) y una deficiencia en el cultivo que se manifiesta en las partes más viejas, pues es un elemento poco móvil. Al añadir nitrato cálcico al agua de riego la CE del agua se incrementa ligeramente, no siendo conveniente que ésta aumente por encima de 1-2 mmhos/cm, y el pH desciende, con lo que se facilita su empleo.
Entre los cultivos que se consideran grandes consumidores de este nutriente se citan: abeto, alfalfa, algodón, altramuz, apio, berenjena, cerezo, chopo, clavel, col, coliflor, colza, girasol, haya, lechuga, lino, manzano, melón, olivo, patata, pepino, peral, pimiento, piña, platanera, roble, rosal, tabaco, tomate, trébol, vid. Y pequeños consumidores: almendro, cacahuate, garbanzo, rábano. A pH 4''5 pueden presentarse problemas carenciales.
Se consideran suelos propensos a que en ellos se den carencias cálcicas los suelos de textura ligera, pobres en materia orgánica y con baja capacidad de intercambio catiónico, los suelos ácidos y los suelos alcalinos con exceso de sodio, magnesio y potasio.
Los mayores consumos de calcio se producen desde el comienzo de la caída de pétalos hasta que los frutos alcanzan 1/3 de su tamaño y durante las etapas de crecimiento rápido tanto de los brotes como de los frutos, por lo que es aconsejable realizar varias aplicaciones sucesivas con intervalo de 1-2 semanas durante la fructificación y etapas de crecimiento rápido o bien aportarlo en el agua de riego.
Existen en el mercado numerosos correctores de carencias cálcicas que utilizan como agente complejante diversos ácidos orgánicos tales como glutárico, trihidroxiglutárico, etc. y que tienen la propiedad de que, aplicados a suelos sódicos, son capaces de intercambiar el calcio que poseen con el sodio de las micelas del suelo; este sodio puede a su vez ser eliminado en las aguas de drenaje. Añadidos a aguas más o menos salinas producen en ellas un efecto similar; por todo ello lo normal es que las casas comerciales dirijan estos productos a la corrección de carencias cálcicas en suelos salinos y salinosódicos e, incluso, que consideren estos productos como correctores de suelos salinos y no como correctores de carencias; por todo ello estos productos se describen únicamente en el epígrafe "Enmiendas: Correctores específicos: desalinizadores"; son bastante numerosos y su riqueza en CaO oscila entre el 5 y el 13%.